22.9.09

Dos experiencias comparadas

Introducción

Desde hace varios años existen en nuestro país bachilleratos populares de jóvenes y adultos en organizaciones sociales. Fueron creados en empresas recuperadas y organizaciones territoriales.

Empresas recuperadas por sus trabajadores, organizaciones territoriales del conurbano bonaerense, de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires, junto a cooperativas de docentes e investigadores asumieron la decisión, junto a sus comunidades, de impulsar la creación de estas escuelas populares en y desde movimientos sociales. Desde la perspectiva de la Educación Popular, junto con los principios de autogestión y cooperativismo, el objetivo central es aportar a la formación integral de sujetos críticos y conscientes, liberados a partir de la herramienta de la educación, que se encuentran excluidos del sistema formal educativo. Este tipo de experiencias tiene varios aspectos positivos, pero hemos visto algunas de las limitaciones que tienen a la hora de llevar adelante la experiencia, ya sea por la falta de presupuesto, de infraestructura, o por desentendimiento del Estado en el tema.

En este trabajo se analizaran las propuestas educativas que ofrecen dos bachilleratos populares: “Bachillerato Popular Miguelito Pepe- Construyendo sin ladrillos”, perteneciente al M.O.I. (Movimiento Ocupantes e Inquilinos) ubicado en la C.A.B.A., y el Bachillerato “Los Troncos”, surgido de la experiencia del Centro Cultural los Trabajadores “Los Troncos”, ubicado en Tigre, Provincia de Buenos Aires. Lo que nos propusimos, entre otras cosas, fue caracterizar las experiencias elegidas en base al contexto-político, social y económico, así como también rescatar la manera en que las organizaciones lo hacen. Y pudimos ver que es algo inédito por su función socio-educativa y como expresión de una real participación en esta área.

Otras cosas que tuvimos en cuenta para hacer el análisis son las relaciones que entablan, con otros actores sociales, tales como el Estado u otras organizaciones.

Los objetivos que se pretenden lograr con dicho análisis son: profundizar como ambos bachilleratos comprenden la problemática de la educación, expresada en la deserción escolar y las alternativas de transformación que proponen; comparando las dos experiencias educativas y sus respectivos resultados.


Análisis

“Se trata de otra educación que si se transforma es porque forma parte de la experiencia de anticipación de la sociedad que el movimiento propone construir.”

Elisalde

Surgimiento de los bachilleratos

A partir del golpe de Estado de 1976, el modelo económico que se impone, sostenido por una “negación explicita del rol distributivo del Estado”[1], toma como medida la reducción del gasto social a dos tercios. Esta época se caracterizó por una persecución ideológica a profesores y la prohibición de distintos libros. Aquí nos encontramos que “en el área educativa, se agrava el retraso en el nivel primario, se estanca la escolarización en el nivel secundario y disminuye la correspondiente al nivel superior”[2].

Las organizaciones a las cuales nos acercamos para realizar el trabajo, el M.O.I.[3] y Centro Cultural Trabajadores “Los Troncos”, surgen durante la década de los noventa. Estas son Organizaciones Territoriales que nacen desde la comunidad frente a un problema propio y “caracterizadas por la resistencia activa a las reformas neoliberales”[4] implementadas por el Estado a partir de la última dictadura militar. Además estas “rechazan toda forma de asistencialismo en las prácticas sociales y consideran como meta promover la participación la solidaridad y la autogestión de la comunidad”[5].

Durante este período si hubo una inversión en la educación pública, pero esta no fue proporcional al aumento en la matriculación. De cierta manera parece contradictorio que con un Estado ausente, una inversión desproporcionada con respecto a la matriculación, y en un contexto de crecimiento de población en situación de pobreza, se logre un aumento significativo en la escolarización. Esto encuentra respuesta en que “las modificaciones ocurridas en los últimos años en el escenario social y económico de la región se tradujeron en un deterioro de las condiciones de educabilidad”[6]. López explica a esta como el conjunto de recursos –materiales e inmateriales- que hacen posible que un niño o adolescente pueda asistir exitosamente a la escuela.

“Este crecimiento económico fue acompañado de un notable proceso de concentración de la riqueza. (…) La pobreza material de las familias (…) disminuyó drásticamente la capacidad de esas familias para acompañar la escolarización de sus hijos.”[7] En este momento las desigualdades sociales se profundizan y el agotamiento del modelo de acumulación aperturista lleva a la crisis económica, política y social de diciembre de 2001, conocida como “El Argentinazo” que obliga a la renuncia del Presidente De la Rua.

Pese a indicios de recuperación en variables macroeconómica, los proyectos de Bachilleratos Populares con los que trabajamos se cristalizan en el Año 2005 en el caso del “Bachillerato Los Troncos”, mientras que el “Bachillerato Popular Miguelito Pepe- Construyendo sin ladrillos”, comienza su experiencia en el 2007. En una de las entrevistas realizadas en el Organización ubicada en Pacheco, uno de los coordinadores lo explico de la siguiente manera: “Y como contexto político era el momento en que las organizaciones sociales habían tenido su explosión en el 2001, 2002. Que luego de la represión en el puente[8] venían como retrocediendo y contra esta tendencia los bachilleratos venían ocupando un lugar cada vez mas importante, es más, las conquistas de los bachilleratos se dan en el 2005, 2007. Por ahí plantearon la lucha después de lo que se venía, en el reflujo de las movilizaciones sociales.” [9]

De esta manera explica Elisalde que, los Bachilleratos populares surgen como “emprendimientos educativos llevados a cabo por movimientos sociales de carácter popular e insertos en una dinámica de reclamos social por recuperar y construir espacios de poder y generar instancias de producción de conocimientos desde la disputa sociopolítica llevada al campo de la organización social”[10]


Organización de los bachilleratos

Una de las principales características de la educación popular propuesta por Paulo Freire se basa en que “La educación no puede ser vista como una mera transmisión de conocimientos de un sujeto que sabe a otro ignorante, sino que es la coparticipación en el acto de comprender”. Siguiendo esta comprensión, entendemos al conocimiento como una construcción que se realiza de manera conjunta, grupal y critica; esto también cabe en la manera de entender la transformación social que se propone. “Educar y educarse se convierte en un acto político, en un acto creador, pues significa aprender a hacer una lectura crítica del mundo y, sobre todo, la capacidad de pasar de la inmersión en la realidad hacia el distanciamiento que nos permita la concientización, acción que precede a la transformación social”. Es por eso que estas agrupaciones no se aíslan, sino que tratan de estar en constante dialogo con el entorno barrial, como también de distintas organizaciones para llevar adelante actividades en conjunto. Aquí Fabio nos comenta que: “Hay otro espacio que es la red barrial, con la que estamos empezando a trabajar lo que tiene que ver con lo educativo, pero no hay una actividad conjunta. Sobre todo porque volvimos a participar hace poco. El laburo tiene que ver con lo educativo, la articulación más importante es que nuestro taller de computación se hace en la sede de otra organización del barrio. Después uno trabaja con otras organizaciones cosas más puntuales, como el apoyo escolar.”

En lo que respecta al rol docente dentro de la Educación Popular, el mismo se encuentra fuertemente influenciado por el pensamiento acerca de la relación alumno-docente planteado por Pablo Freire. Este educador brasilero planteaba esta relación en el proceso de aprendizaje se deben dar de forma horizontal, es decir de igual a igual. Desde esta postura el docente no es portador de todos los saberes, así como tampoco el estudiante se limita únicamente a recibir toda la información; sino que es una relación de ida y vuelta. Es decir que la educación no puede ser vista solo como una mera transmisión de conocimientos de un sujeto que sabe a otro ignorante, sino que debe haber una participación de ambos lados en el actor de comprender. Freire dice: si aprender fue primero que enseñar, el educador no es tal si no está dispuesto a aprender con y de sus educandos, pues nadie educa a nadie. Nadie se educa solo. Los hombres se educan juntos en la transformación del mundo”

Uno de los coordinadores del Bachillerato Los Troncos nos hablaba de las potencialidades de la estrategia Pedagógica de la Educación Popular: “Recupera al hombre en su contexto, lo historiza, y plantea la educación desde una práctica y aparte reconoce el lugar del otro como sujeto que transforma su realidad y se transforma a sí mismo. Y segundo porque la educación popular está pensando en el poder hacer, en el hacer del hombre y no quedarse solo a contemplar el mundo sino transformarlo.”

Esta relación de horizontalidad citada por Freire la podemos observar en los bachilleratos analizados en tanto las decisiones tomadas se realizan colectivamente; en ambos no existen las jerarquías y se manejan por medio de asambleas en las cuales se discuten los temas de relevancia para cada Bachillerato; en el caso del ubicado en la Provincia de Buenos Aires, se refirieron al tema de la siguiente manera: “Es una experiencia brillante, donde las jornadas se hacen entre todos y expresa bien como la experiencia educativa se arma entre todos. Sin embargo habla de la falta de financiamiento por parte del Estado hacia estas experiencias.” [11]

En el caso del Bachillerato Popular ubicado en la Capital Federal: “Todo se discute, incluso el plan de estudios hasta con los mismos alumnos, para saber que queremos estudiar y que no; que nos interesa y que no. Lo que nos interesa es que podamos transformar, acá la Educación la hacemos entre todos”. “Las decisiones se toman en conjunto, la Escuela la construimos entre todos, tanto docentes como estudiantes, y los saberes que se construyen en el aula se construyen entre todos también, por ejemplo tratamos mucho de trabajar en ronda, la palabra de todos es escuchada; digamos yo por ser docente no tengo el saber que otro no tiene; si tuve la posibilidad de conocer algunas cosas que tal vez otro no pudo entonces las comparto.”[12]

Otra de las particularidades, en cuanto a la manera de trabajar de los educadores que se da en ambos bachilleratos populares analizados, es que la exposición de las clases es siempre en parejas pedagógicas, una de las profesoras del Bachillerato Popular del M.O.I. explica porque es conveniente de esta manera: “Las clases se dan cada una con una pareja pedagógica, son dos profesores por materia. Eso es parte de que uno no maneje la clase, que nos acompañemos, que podamos enfrentar las situaciones juntos, también aprender a manejar los propios saberes, es mucho mejor planificar las clases, cada uno tiene visiones diferentes; a veces te genera problemas pero sale mucho mejor la planificación”. [13] .También en el Bachillerato Popular Los troncos nos comentaban acerca de esto: “Nosotros funcionamos con parejas pedagógicas. Tratamos de que no haya un solo compañero al frente de una clase. Esta bueno que haya 2 profes para que no se desbanden, también por la forma de dar la clase”

Esta manera en la cual se exponen las clases, pudo corroborarse en ambos bachilleratos a partir de las observaciones realizadas a las clases de Lengua y Literatura y la clase sobre investigación e historia del barrio. En el primero las profesoras hacían hincapié en que los alumnos se ubicaran de una manera circular, sin que ninguno de ellos se tape y todos pudieran visualizarse y escucharse entre sí. También en lo que respecta al tema de la horizontalidad entre las docentes y los estudiantes, las primeras luego de dictar las consignas de trabajo para el curso, también realizaron la actividad a la par del resto de la clase. Teniendo en cuenta esta observación, por medio de un relato de un alumno de 1 año del Bachillera Popular perteneciente al MOI, podemos visualizar como ayuda esta forma de trabajo a los estudiantes mismos: “Está buena la modalidad de evaluación, la forma en la que se dictan las materias, el plan de estudios; porque de alguna manera te hacen entender las cosas de una forma más fácil; te dan el tiempo que necesitas”. “Acá las profesoras están más al tanto, te ayudan, te explican”.[14]

Con respecto a la observación de la clase en Los Trocos, se vio que se sentaban alrededor de las mesas y se formaba un rectángulo grande donde alumnos y profesores se sientan juntos. Con lo dado en clase los profesores también hablaron de sus historias para poder construir la historia del barrio. Es propio de la experiencia de los bachilleratos populares tratar de desnaturalizar la realidad. Problematizar la forma en la cual las instituciones educativas “narran” la historia forma parte de esa desnaturalización. A su vez, en la clase se tomo el eje de reconocer la historia del espacio donde viven, y eso es propio de la educación popular.

Teniendo en cuenta estas herramientas que utilizan estos diferentes bachilleratos, también podemos encontrar dificultades en su implementación; las cuales se basan principalmente en la falta de docentes. Un coordinador de los Troncos destaca: “Y después hay otro recurso, que es muy difícil y muy importante, que son los docentes, hay una falencia, una dificultad en tener compañeros que puedan mantener esta experiencia educativa durante unos años, poniéndose como coordinadores o docentes frente a una clase, siempre sin recibir ningún sueldo, porque si los recursos se usan para mantener las aulas, no nos queda para pagarle a los docentes ni los viáticos. Ahí tenemos una dificultad, que solucionamos invitando y convocando a docentes de la zona, promoviendo que compañeros que fueron alumnos puedan reproducir la experiencia y puedan hoy coordinar, cosa que se está haciendo, también con sus dificultades. Convocando también a estudiantes de profesorados, para que vengan a hacer unas prácticas. Y esto es una dificultad que lo hace difícil”.[15] Según Elisalde:” El movimiento educador asume la formación de sus educadores y cuestiona fuertemente la concepción de cuerpo de especialistas subordinados a la racionalidad de la escuela estatal”.

En referencia a la infraestructura que tiene disponible cada Bachillerato podemos observar que es una de las limitaciones que encontramos en las organizaciones; una de las coordinadoras del perteneciente al M.O.I., se refiere de la siguiente manera a este tema: “Acá estamos funcionando en el jardín de infantes del M.O.I., el año pasado y este. Pero por un lado nos queda chico porque las dos aulas que nos cedió el jardín están que explotan y el año que viene no se qué vamos a hacer; por otro lado en El Molino, que es la cooperativa de vivienda que esta acá al lado se está haciendo un espacio que está dedicado a ser el edificio del C.E.I.A.(Centro Educativo Integral Autogestivo), que es el área de Educación del M.O.I., que integra el Bachillerato, otros talleres de formación que se hacen dentro de la Organización; entonces la idea es reunir todas las experiencias educativas que se están dando en la Organización en este centro de Educación Integral y vamos a contar con un edificio que va a ser el de acá al lado; pero no sabemos cuándo se va a terminar, pero la idea es que sea lo más rápido posible así nos podemos mudar”.[16]

En el Bachillerato “Los Troncos” uno de los coordinadores nos comentó: “Y hay que poner enfoque que la mayoría de las aulas que están ahí, donde se puede cursar en condiciones bastantes precarias, donde no tenemos asientos con respaldo, o no tenemos mesas buenas donde apoyar los libros y los apuntes, es gracias a compañeros que tienen oficio de carpintero o trabajan en la construcción. Es una experiencia brillante, donde las jornadas se hacen entre todos y expresa bien como la experiencia educativa se arma entre todos. Sin embargo habla de la falta de financiamiento por parte del Estado hacia estas experiencias.”[17]


La construcción del problema social: los problemas de la educación en disputa

Entendemos a los problemas sociales, según la explicación de Grassi[18], como la particularización de la cuestión social, como la expresión hegemónica del modo como se interroga, interpreta, resuelve, ordena y canaliza la misma. Y agrega “un problema social no se define aislado, sino inscripto en una red de problemas que mantiene continuidad con en el tipo de argumentación, explicaciones, etc.” De esta manera el Estado los formula y los presenta como fragmentos aislados de la cuestión social, con la finalidad de no poner en jaque el sistema de producción capitalista. Para concluir explica que “la definición del problema social es objeto de disputas simbólicas y teóricas que enmascaran intereses que orientan la acción a lo atinente a la solución de los mismo; esto es, los planes y programas de los diversos sectores de la política social del Estado”. Siguiendo esta línea conceptual, desarrollaremos como los bachilleratos populares disputan con el Estado diversas cuestiones como por ejemplo: el Estado frente al reconocimiento de diversas instituciones educativas no formales y su legitimación, el presupuesto destinado a estas instituciones, el cuestionamiento por los motivos de las deserciones escolares, el desarrollo de políticas educativas y su nivel de integración con diversas políticas sociales y económicas.

Como rasgos motivadores comunes de ambas experiencias encontramos que las mismas pretenden abarcar una población excluida del sistema formal de educación, como resultado de deficiencias en diversos ámbitos. Estos son principalmente: la falta de establecimientos en relación a la cantidad de población en edad escolar y las exigencias del modelo educativo que no concuerdan con la realidad socioeconómica de diversas familias. Esto da como resultado una amplia deserción escolar. Todo esto se agrava en los casos de la población adulta que pretende finalizar sus estudios.

El problema es que el mismo sistema educativo genera la expulsión de un sector de la población. Una de las coordinadoras y profesoras del Bachillerato Popular perteneciente al M.O.I. nos comenta acerca de esta situación: “La mayoría de los estudiantes es gente del M.O.I., que son personas que están construyendo su casa, que muchas veces viven en villas, que han sido desalojados o que están por ser desalojados, y transitamos por todas esas situaciones. Y además todos son una población que el sistema tradicional educativo ha dejado afuera, que ha excluido. No es gente que no ha querido ir a la Escuela, la mayoría han pasado por Escuelas para Adultos del Estado, que por no generar estrategias para lograr que esta gente se quede en la Escuela. Estas Escuelas los expulsaron y hoy están acá. De alguna forma quedaron al margen del sistema educativo”[19]. Es decir son las mismas políticas educativas las que excluyen, ya que no desarrollan estrategias adecuadas a las necesidades especificas de la población para garantizarles una educación, poniéndoles por el contrario condiciones que les son imposibles cumplir; respecto a esto López se refiere: “En nuestras sociedades generan ineducabilidad cuando no movilizan los recursos necesarios para cambiar las propuestas educativas escolares vigentes”[20]

Siguiendo a Paulo Freire El sujeto es responsable de la construcción de conocimiento y de darle un nuevo significado a lo que aprende”. “No sólo se trata de aprender a leer y escribir, la escuela debe ser un espacio donde analizo el entorno social en el cual me desenvuelvo, es un espacio donde hombres y mujeres aprenden a dialogar sobre sus experiencias de vida”. Esto se vio en la clase de observación que realizamos en Los Troncos, donde los mismos alumnos analizaban la historia del barrio con sus anécdotas de vida, Trabajar a partir de la realidad de los estudiantes para llegar al conocimiento, es propio de la experiencia de la educación popular.

Este tipo de experiencia trata de comprender y entender al sujeto; teniendo presente la población con la que trabajan y las diferentes problemáticas por las que está atravesada. Tal como lo plantea Tenti Fanfani: “si no están dadas ciertas condiciones básicas no hay aprendizaje efectivo. Todos los efectos más nocivos de la injusticia social repercuten en la escuela”.

Debido a las diferentes problemáticas (todas consecuencias del gran empobrecimiento) que afectan a esta población, se da en la mayoría de los casos la cuestión de la circulación en los alumnos. Con este término se hace referencia a la irregularidad que se da en los Bachilleratos Populares, en cuanto a la asistencia de estudiantes; debido a todas las situaciones por las cuales se encuentran atravesados y como este tema implica una preocupación y un desafío para las propuestas de Educación Popular. Si no se puede hacer frente a la situación de Circulación, al largo plazo, esta irregularidad en la asistencia genera deserción. Respecto a esta situación, la coordinadora perteneciente al M.O.I. nos explicó: “Una de las características de la Educación de Adultos, es el tema de la Circulación, y entonces no es la regularidad de cuando uno va a la Escuela Primaria o Secundaria que tiene que ir todos los días, en estos casos es más complicada la presencia. Hay que planear estrategias para el tema de la Circulación porque implica complicaciones en el proceso de aprendizaje dentro de una materia, pero bueno como es característico de la Educación de Adultos hay que bancársela y generar las estrategias para que los estudiantes puedan seguir acercándose.”[21]

En el Bachillerato los “Troncos” nos comentaban: “Nosotros trabajamos con adultos, la mayoría son trabajadores, con lo cual asistir a clase es algo jodido, los que tienen hijos porque tienen hijos, los que trabajan por ahí te llegan tarde. Hay una serie de condiciones que hacen a la conformación del sujeto adulto también. Mucha circulación, por ahí consiguen un laburo un mes y no vienen. Sumado que te encontras con adolescentes de 16 o 17 años hasta adultos de arriba de 50. Con lo cual tenés diferencias generacionales. El sujeto adulto es muy heterogéneo, muy diverso”.[22]

Esta misma situación se refleja claramente en estadísticas provenientes de trabajos recientes, que señalan que la mitad de la población en condiciones de trabajar no ha cumplido con sus estudios secundarios. “Solo el 15,6% cuenta con estudios secundarios y el 13,7% ingresó al nivel terciario, pero no llego a terminarlos, y el 49,5% de la población argentina económicamente activa no termino los niveles de educación media”[23]. Con respecto a esto, uno de los coordinadores del Bachillerato Los Troncos no contaba que ellos hicieron una encuesta “y vimos que 8 de cada 10 personas no terminaron el secundario. Estamos hablando de que el Estado expulsa de sus escuelas al 80% de las personas que anduvo por ahí, por lo menos en este barrio. Y en provincia de Bs. As el promedio es 7 cada 10. Y si uno hace una distinción por clase, podemos ver en las clases populares es 9 de 10 que abandonan, o dejan, o están expulsados del sistema educativo.”[24]

Esta exclusión que se genera, tiene muchos factores en juego. Por un lado tiene que ver con cuestiones políticas del contexto educativo, ya que hubo un cambio en el año 1993 en este ámbito que le dio un giro importante, que fue la Reforma Educativa que determino el cierre definitivo de la Dirección Nacional de Educación de Adultos, impulsando la transferencia de las instituciones de todos los niveles a las jurisdicciones, desarticulando el sistema educativo. Y generando una falta de presupuesto para las escuelas por la falta de presupuesto en la mayoría de estas. Otra cosa que nos señalaba el coordinador del Bachillerato Los Troncos es que “en un barrio de mucha gente hay un secundario de 20 o 30 vacantes, y con altos índices de deserción escolar.”[25] También nos decían que ellos observaban que en nuestro país la educación no es un valor o un proyecto, sino que hoy por hoy el proyecto es una esquina, que eso es lo que ofrece el barrio a los jóvenes y que ni siquiera “ellos”[26] son un espacio del cual se apropian.

Como podemos ver, la educación de jóvenes y adultos es un ámbito casi totalmente desatendido y marginal del sistema educativo formal. Ya que “en las últimas décadas ha desatendido la especificidad del área y a la vez implementa, en algunos casos, costosos programas que además de que no lograron solucionar el problema educativo de la población en situación de riesgo, sino que son concebidos desde ópticas tecnisistas y de difícil adaptación para esta población.”[27]

En relación a esto, uno de los coordinadores del Bachillerato “los Troncos” nos decía: “Nosotros creemos que el Estado es el garante de la educación, con lo cual nosotros estamos haciendo un laburo que el Estado no está haciendo, que es abrir la escuela, poner los profesores, desarrollar todo el proceso pedagógico de enseñanza y de aprendizaje. Esto es algo que el Estado no hace, por lo menos en el nivel de adultos, en el barrio los troncos, y si lo hace en otras modalidades lo hace deficientemente.”

Es una constante desde los bachilleratos el reclamo hacia el Estado de diversas cuestiones, como dijimos anteriormente entienden a este como garante de la educación pública. Pero además los reclamos se dividen por ejemplo en reclamos por los sueldos de los docentes, el reconocimiento y oficialización del título que se otorga. Generalmente se consiguen subsidios desde el Estado enmarcados en alguna política pública, destinados no específicamente para la organización o para cuestiones educativas, pero estos son recibidos y dirigidos para donde se considera necesario. Elisalde explica esto comentando que: “En la extensa lista de reclamos llevados a cabo por estos colectivos de trabajo, la necesidad de contar con recursos ocupa un lugar destacado. No todos los bachilleratos poseen reconocimiento oficial, y ninguno cuenta con subvenciones estatales”. Los relatos en ambos Bachilleratos lo grafican claramente, como por ejemplo el de una alumna en Tigre: “Lo que haría mejor es que además de que sea gratis, público, y nos den títulos. Lo mejor sería que el Ministerio de educación nos reconozca, y tengamos lo principal, que es una mesa, una silla, un pizarrón. Y que los profesores cobren un sueldo. Y no estar haciendo todo a pulmón, que la mayoría esté hecho por los compañeros.” Y también en el caso de la Coordinadora del Bachillerato del M.O.I: “No hay financiamiento de parte del gobierno, del Estado digamos, Por ahora nos venimos autogestionando como podemos las fotocopias, el material didáctico, los estudiantes están haciendo un buffet en los recreos. Pero es una lucha que le estamos dando al Estado. Recién ahora nos reconocieron oficialmente el título, el año pasado. Y la idea es que de a poco nos vayan incluyendo, en la medida de las voluntades políticas, nos vayan incluyendo en el presupuesto. El financiamiento es todo un tema, que también hay que coordinar con los otros bachilleratos, el financiamiento es material didáctico, becas para alimentos para los estudiantes, viáticos, es sueldo para los docentes, hay un financiamiento integral que es lo reclamamos que también es parte de la discusión que estamos teniendo con los otros Bachilleratos Populares para poder reclamarle al Estado, es un tema complejo”[28]. Elisalde lo resume de la siguiente manera: “Lo que pretenden estas experiencias es definir en la praxis, un conjunto de estrategias socioeducativas validas para el campo de la educación de jóvenes y adultos, y a la vez, cuestionar e interpelar el carácter regresivo en la administración de recursos y tecnologías que el Estado promueve en detrimento de los sectores sociales más necesitados.”

Alguna de las paradojas de estas luchas por la legitimación y oficialización que llevan adelante los Bachilleratos Populares es lo que explican “Los Troncos”: “en lugar de abrir un espacio para las organizaciones que hacen educación comunitaria o de gestión social, quedamos en lo que se llama dirección de planeamiento educativo, con la idea de que se abriera un registro de bachilleratos, cosa que nunca se abrió, y con la supervisión de lo que sería escuelas privadas. Que es un gran problema, porque se nos demandan un montón de cuestiones técnicas o administrativas, que sabemos que el Estado no las cumple en sus propias escuelas, en las que gestiona directamente, y que muchas escuelas privadas tampoco las cumplen”

En este sentido una de las opciones que se tiene para hacerle frente a la cuestión es la de agruparse, como nos cuentan en la entrevista realizada en el M.O.I.: “Participamos con la coordinadora de Bachilleratos Populares[29], en donde concluimos los diferentes Bachilleratos y Organizaciones, para articular sobre todo medidas frente el Estado porque las negociaciones sobre financiamiento y reconocimiento las llevamos en conjunto, entonces esa coordinadora tiene ese fin. Quizá teóricamente y prácticamente tenemos diferencia entre los Bachilleratos, pero la idea de esa cooperadora es que podamos negociar con el Estado ciertas cuestiones comunes”.

Es importante tener en cuenta frente a esto que ambos bachilleratos no responden a las mismas coordinadoras. El Bachillerato perteneciente al M.O.I. participa de la Coordinadora de Capital Federal; mientras que existe otra para los Bachilleratos Populares de la provincia de Buenos Aires en donde participa el correspondiente de Tigre. Fabio, coordinador de este ultimo explica como es el trabajo interbachilleratos: “La principal articulación es con el resto de los bachilleratos, fundamentalmente. Hay un plenario todos los meses, va un compañero en representación, a veces va con mandatos a veces no. Y es un espacio que a veces propone alguna línea de acción.”


Conclusión

Teniendo en cuenta lo investigado y analizado en cuanto a las similitudes y diferencias entre los dos bachilleratos Populares elegidos: “Bachillerato Popular Los Troncos” (Tigre, Provincia de Buenos Aires) y “Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Construyendo sin ladrillos” (Parque Patricios, Capital Federal); podemos llegar a la conclusión que el surgimiento de estos Bachilleratos, como proyecto dentro de Organizaciones Territoriales de Base surgidas en la década del 90, es resultado de la implementación de políticas educativas regresivas y un gran nivel de ausencia por parte del Estado en lo referente a la Educación. Esto es consecuente con la profundización de un modelo neoliberal donde el Estado se encuentra en plena retirada dándole lugar al mercado como regulador.

Frente a las políticas compensatorias que implemento el Estado para contrarrestar la problemática de la Educación en los sectores más marginales, que como se puede apreciar no sirvieron más que para estigmatizar a los alumnos más pobres, esas políticas no tienen en cuenta al sujeto inserto en una realidad socioeconómica, y de esta manera lo expulsan aun más de la sociedad.

De esta manera se produce un alto grado de deserción en nuestro país, los Bachilleratos Populares nacen como una alternativa diferente a la Educación tradicional; utilizando diversas estrategias frente a la problemática de la Circulación y teniendo otros aspectos en cuenta, como ser: incluir a la persona como sujeto histórico y participe de su realidad, partiendo de su contexto y sus diferentes vivencias. Con una perspectiva de transformación social.

Pese al esfuerzo encarado desde las organizaciones en las cuales surgen estas propuestas de Educación Popular; la situación de empobrecimiento vivida por la población, en muchos casos provoca también deserción escolar aunque en un nivel mucho menor al que se da en la Educación formal. Creemos que esto no depende de las propias organizaciones sino que el Estado debe hacerse cargo en primer lugar de implementar medidas económicas y políticas que permitan una mejor redistribución, tanto primaria como secundaria, cuestión que agilizará y facilitará la implementación de políticas educativas, que permitan a los bachilleratos seguir adelante con sus propósitos. En línea con lo anterior, también estas organizaciones se enfrentan a diferentes luchas para que se las reconozca como establecimientos educativos, a pesar de no ser consideradas dentro de la Educación formal.



[1] Torrado, S. “Estructura social de la Argentina”

[2] Torrado, S. “Estructura social de la Argentina”

[3] Movimiento Ocupantes e Inquilinos

[4] Elisalde, R. Proceso Histórico: Antecedentes e influencias

[5] Elisalde, R. Proceso Histórico: Antecedentes e influencias

[6] López, N. “Equidad educativa, y desigualdad social”. Cap. 3 “Las condiciones de educabilidad”, IIPE-UNESCO, 2005.

[7] Tenti, E. Escolarización con Pobreza

[8] Represión policial en el Puente Pueyrredón y en la Estación Avellaneda el día 26 de Junio de 2002 en una movilización, que dejo el saldo de dos muertos

[9] Entrevista a Coordinadores del “Bachillerato Popular Los Troncos”

[10] Elisalde, R. Proceso Histórico: Antecedentes e influencias

[11] Entrevista a Coordinadores del “Bachillerato Popular Los Troncos”

[12] Entrevista a Celina, Profesora y Coordinadora del Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Construyendo sin ladrillos

[13] Entrevista a Celina, Profesora y Coordinadora del Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Construyendo sin ladrillos

[14] Franco, Alumno de Primer Año, Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Construyendo sin Ladrillos

[15] Entrevista a Coordinadores del “Bachillerato Popular Los Troncos”

[16] Entrevista a Celina, Profesora y Coordinadora del Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Construyendo sin ladrillos

[17] Entrevista a Coordinadores del “Bachillerato Popular Los Troncos”

[18] Grassi, E. “Políticas y problemas sociales en la sociedad neoliberal. La otra década infame (I) Cap.1

[19] Entrevista a Celina, Profesora y Coordinadora del Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Construyendo sin ladrillos

[20] López, N. “Equidad educativa y desigualdad social”

[21] Entrevista a Celina, Profesora y Coordinadora del Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Construyendo sin ladrillos

[22] Entrevista a Coordinadores del “Bachillerato Popular Los Troncos”

[23] Elisalde, R. Proceso Histórico: Antecedentes e influencias

[24] Entrevista a Coordinadores del “Bachillerato Popular Los Troncos”

[25] Entrevista a Coordinadores del “Bachillerato Popular Los Troncos”

[26] Refiriéndose al Bachillerato los Troncos

[27] Elisalde, R. Proceso Histórico: Antecedentes e influencias

[28] Entrevista a Celina, Profesora y Coordinadora del Bachillerato Popular Miguelito Pepe: Construyendo sin ladrillos

[29] La Coordinadora de Bachilleratos Populares, es la que se encarga de las reuniones que se dan entre todos los Bachilleratos Populares.

Una Historia de Vida / El Primer Día de Clases

Los siguientes escritos fueron realizados por Mónica Toledo, estudiante de 1º año del Bachillerato.


12.9.09

Sembrando Conciencia

El siguiente ensayo fue escrito por Ángel Berón, estudiante de 2º año del Bachillerato.


Sembrando conciencia


Por Ángel Damián Berón



¿Por qué las instituciones, a quién le conviene que las personas se droguen?


En los últimos 30 años la Corte Suprema de Justicia tomó decisiones diversas, incluso contradictorias, con respecto a la tenencia de marihuana para uso personal. En 1978 estableció el caso “Colarini” que sancionaba esta práctica, pero en 1986, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, La Corte volvió a examinar el conflicto y corrigió la sentencia con el caso “Bazterrica” en el que declaró inconstitucional la penalización de tenencia de estupefacientes en pequeñas cantidades por considerarla una cuestión privada y ajena a la autoridad judicial. Durante 4 años los fallos de todos los casos siguientes siguieron esta postura hasta que en 1990 con la llegada de Menem y sus prácticas neoliberales junto a las relaciones carnales con EE.UU., una Corte Suprema ampliada de 5 a 9 integrantes retomó el criterio del caso “Colarini” y, al igual que en la dictadura militar, volvió a penalizar la tenencia. También se sancionó la ley nacional Nº 23.737 de estupefacientes, que castiga nuevamente la tenencia para consumo.

Castigo significa una condena penal al consumidor de drogas, que genera un circuito de criminalización que no facilita la prevención y, por el contrario, es una fuente de exclusión social, familiar y laboral de los/as afectados/as. Es ahí cuando se vuelve contra los derechos humanos porque no protege la dignidad y la salud de, en tal caso, un enfermo, incluso legislando contra el artículo Nº 19 de nuestra Constitución, que contempla el uso de drogas como un acto privado que no ofende el orden o la moral pública, ni afecta a terceros.

La penalización supone una estrategia muy costosa para el Estado, que implica vigilancia, control, proceso judiciales y altos niveles de encarcelamiento para el consumidor, mientras que no se registra sentencia a ningún narcotraficante. Las prohibiciones que actualmente pesan sobre la marihuana y su uso fueron establecidas particularmente en los EE.UU. con el fin de controlar y desprestigiar a las minorías étnicas y así se transformaron en un excelente instrumento policial y judicial sobre los grupos más marginados y excluidos del sistema social, como ser los pobres, los extranjeros y los jóvenes, quienes, al ser criminalizados, solo se logra marginarlos aún más.

La clave está en la información, en la educación y no en la persecución, porque las políticas y campañas hasta el momento no hicieron disminuir su consumo sino todo lo contrario. Las leyes y políticas públicas deben estar orientadas hacia los intereses de la gente, hacia los intereses de los implicados en las casi 13.000 causas que se registraron en el año 2006 por “tenencia para consumo”, y no hacia la protección de las mafias que manejan el tráfico internacional, el circuito de corrupción y el lavado de dinero. Los 200 millones de pesos que gastó el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación con 9.056 causas que fueron sobreseídas o desestimadas en el año 2006 deben, tras la despenalización ser invertidos en políticas presupuestarias destinadas a la educación, el trabajo, la vivienda y la salud de todos.

Energizantes, complejos vitamínicos, antidepresivos, sedantes, ansiolíticos. ¿Cuántas de estas prótesis pueden comprarse en el kiosco o la farmacia? ¿Cuántas sirven para enfrentas “las exigencias diarias”? ¿Podríamos prohibirlas?¿Existe alguna propaganda que aconseje al oficinista que ante el cansancio reclame trabajar menos horas o se duerma una siesta, en vez de tomar un café o clavarse una pastilla? Bienvenidos al desierto de lo real: en un mundo tan “dinámico, “agitado”, ”exigente”, y ”competitivo” no es raro que fumarse un porro sea delito, aunque, asumiéndolo o negándolo, todos nos drogamos todos los días. Elegir que consumir, a esta altura, más que un asunto de Estado, parece una cuestión de mercado. Luego, la suerte legal, que nos priva de nuestra propia privacidad, es la encargada de decirnos si debemos ir con el farmacéutico o al dealer de turno, si somos simples consumidores o adictos-criminales condenados al oscurantismo.

Encendamos nosotros la vela, de una vez por todas: si no impulsamos un consumo responsable ni nos informamos sobre los efectos y características de lo que elegimos consumir, estaremos siempre a merced de quienes se benefician con el silencio. El abuso de sustancias adulteradas, la corrupción policial, el desconocimiento generalizado, las leyes con multas en australes, y las absurdas políticas de represión en un contexto social de pobreza, desigualdad y marginación progresivas resumen lo que algunos sintetizan como “el problema de la droga”. Evidentemente, el prohibicionismo no pudo ni podrá solucionarlo, pero tampoco servirá de mucho una libertad sin responsabilidad, ya que esta es inherente al derecho a elegir libremente que consumimos o dejamos de consumir. Y de eso, por suerte, sabe bastante la actual Corte Suprema, a diferencia de muchos políticos y jueces que no dejan de fumarse nuestro derecho a fumarse a tener una planta. Insisto, el primer paso es informarse. Sólo hablando claramente, sin mentiras ni disfraces, puede contribuirse a un debate fundamentado que normalice la situación actual. Por el momento las ficciones más berretas dominan nuestro derecho a elegir.

Las drogas son y serán siempre auxiliares válidos para la vida humana, y su uso se ha mantenido desde tiempos inmemoriales. Algunas se adaptaron mejor o peor a la situación que les tocó en suerte; bien lo ha dicho Albert Hoffmann a sus espléndidos 100 años: el LSD, una sustancia sagrada para muchos, fue utilizada en los 60 para fines bélicos y represivos. Algunos años después, un joven Symms deliraría con Belladona en medio de la sociedad paulista, cumpliendo el precepto de Hoffmann: “vivenciar y conocer más facetas de la realidad nos la vuelve más real”.


Ok, todo bien, todos tenemos nuestras plantitas en nuestro balcón o terraza, todos cosechamos nuestro porro, todos fumamos algo rico, pero... ¿están seguros? Yo no, yo no estoy seguro. Es más, yo estoy inseguro, muy inseguro. Por muchos motivos. Entre estos, por eso que se ha dado en llamar la inseguridad. Y la inseguridad, como todos saben, es lo más terrible que nos está pasando actualmente a todos los argentinos, sin distinción de credo, condición social o banderas políticas. Tiene razón el cura Guillermo Marcó, tiene razón el rabino Sergio Bergman, tiene razón Francisco de Narváez, y tiene razón Carolina Baldini, la ex-esposa del Cholo Simeone: el problema más grave que tiene hoy la Argentina es la inseguridad. Y también tiene razón el Jefe de Gabinete del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Alberto Pérez, cuando asegura que “la culpa de la inseguridad la tiene la droga”. ¿No me creen?

En septiembre pasado apareció una nota en La Nación titulada: “Como la inseguridad cambió nuestras vidas” , en donde se aconsejaba “que hacer frente al flagelo”. ¿Como, cambió al flagelo económico? ¿O se dice canon flagélico? Quiero decir, yo tenía entendido que el flagelo de moda es la inseguridad.

Pido disculpas por citar un artículo tan viejo. Porque, se sabe, si hablamos de inseguridad, en septiembre pasado había una leve esperanza de salir a la calle y volver a casa ilesos; hoy en día sí que eso es imposible. Porque como todos saben, hay mucha inseguridad. Entonces tiene razón La Nación en preocuparse. Y también tiene razón todos los demás medios en preocuparse.

¿A quién le van a creer ustedes? ¿A una señora mayor, zurda, y solterona como Carmen Argibay, que dice que el tema de la inseguridad está inflado por los medios? ¿O a los medios que, como todo el mundo sabe, siempre dicen la verdad porque eso dice el juramento hipocrático de los periodistas? Si no me creen que en la Argentina hoy hay mucha inseguridad, les doy un par de datos elocuentes. Un par de datos que están al alcance de todos y que, al leerlos, es probable que no les den ganas de salir de sus casas.


Cuidado, porque como dice mi amigo Fernando Sánchez, hay serios peligros de que pronto en la Argentina haya un “inseguricidio”.


La inseguridad del hambre: la inseguridad es la mayor causante de muertes evitables en la Argentina. Aclaremos que la inseguridad se manifiesta de muchas maneras. Una de ellas es la desnutrición infantil. Claro, si un chico pasa hambre, ¿cómo puede sentirse seguro? Y en la Argentina la inseguridad que produce la desnutrición infantil mata alrededor de 300.000 chicos por año. Casi 1.000 chicos por día. De esos 1.000 chicos por día que mueren víctimas de la inseguridad que les produce no tener un plato de comida, 30 son menores de 1 año. Todos estos datos pueden chequearse en Nutrired Infantil (www.nutrired.org), una pagina web que vincula a las 3.500 ONGs que luchan contra la desnutrición infantil. O sea, contra la inseguridad. A propósito, ¿3.500 ONGs? ¿No será mucho? ¿O sea que si cada una se ocupara de 100 chicos por año se evitarían las muertes por desnutrición infantil en la Argentina? Y... podría ser una buena forma de combatir la inseguridad de no tener que comer.

Pero sigamos, que no quiero hablarles de ONGs, sino de inseguridad. Para que muera de hambre un chico menor de 1 año tienen que producirse unos cuantos inconvenientes. Sucede que los niños menores de 1 año tienen un recurso alimenticio con el que no cuentan los chicos más grandes, ni los adolescentes o adultos. Porque los chicos menores de 1 año toman la teta. La gran mayoría de los chicos menores de 1 año víctimas de la inseguridad que les produce el hambre no tienen a sus madres. O sus madres están tan desnutridas como ellos, también víctimas de la inseguridad no les dan la teta por pura ignorancia. Que es otra forma. Las madres de la inseguridad del hambre muchas veces también sufren las consecuencias de otro terrible flagelo que sucede a la sociedad argentina: el analfabetismo.


La inseguridad del analfabetismo: según el último censo nacional, realizado por el INDEC en el año 2001, en la Argentina hay 961.632 analfabetos puros. Si, si: casi un millón de personas que no saben leer ni escribir. Pero además hay 3 millones y medio de personas que no terminaron la escuela primaria. O sea, gente que no dudaría en calificar como “una experiencia literaria profunda” haber leído alguna vez, y con esfuerzo, un videograph de Telenoche o C5N. Y es lógico que la gente que no sabe leer ni escribir se sienta muy insegura.

La inseguridad que produce el analfabetismo es un tema que alertó de tal modo a las autoridades que varios gobiernos provinciales decidieron apoyar la iniciativa de 3 docentes argentinos e implementar el plan “Yo si puedo” de alfabetización de personas mayores de 15 años que abandonaron la escuela. Lo curioso es que el plan fue creado en Cuba, un país con ingresos per cápita muy inferior al de la Argentina. Pero, evidentemente, más seguro. Al menos en lo que se refiere a la seguridad que da la lecto-escritura.

A la inseguridad de la falta de educación se le suma la inseguridad en la calidad de la educación. Y con esto no sólo me refiero a la inseguridad de las escuelas que se vienen abajo o a la inseguridad de los docentes mal pagos. En el último número de la revista MU se publicó una investigación muy interesante sobre la inseguridad en los planes de estudio de algunas universidades argentinas. La nota de MU demuestra que la carrera de Biología de la Universidad de Lomas de Zamora está al servicio de Monsanto, la empresa que fabrica y comercializa semillas transgénicas. Y que existen muchas otras universidades públicas que producen este mismo esquema de “centro de investigación” cautivo. Monsanto tiene hoy el monopolio de las semillas de soja. Y sus productos están causando un daño irreparable en el suelo argentino. Porque, a todo esto, no se si les conté que en la Argentina hay también una terrible inseguridad ambiental.


La inseguridad ambiental: leishmaniasis, leptospirosis, dengue, mal de Chagas, fiebre amarilla. Muchas de estas enfermedades se creían superadas en el país. Y otras estaban en franco retroceso. Al menos eso es lo que se creía. Hace algunos meses Clarín -un diario muy responsable, que viene ocupándose día tras día sobre la inseguridad- advirtió en su tapa sobre una epidemia de dengue en el Chaco. En el plan estratégico 2001-2008, los científicos explican que por las elevadas tasas de pobreza las proviencias tiende al riesgo sanitario. Y que mientras las capas medias y altas tienen los mismo problemas de salud que los países más desarrollados, los sectores más pobres tienen los mismo problemas de salud que los países menos desarrollados.

Sin embargo la pobreza es solo una parte de asunto. La otra es el daño ambiental, que produce la propagación de varias enfermedades tropicales. Y que va de la mano con la pobreza, porque quienes más sufren estas consecuencias, de modo directo, son los más pobres. Aunque los daños no tardarán en llegarnos a todos.

El daño ambiental se produce por el desmonte, que a su vez trae sequía, inundaciones, o, en Tartagal, aludes y la pérdida de esculturas naturales y nativas, producto de la minería, como en Santa Cruz. Y también por la contaminación, como ocurre con el cianuro en las minas de oro en San Juan. A propósito, ¿sabían que las empresas mineras y petroleras no pagan retenciones? Es una suerte que en medio de semejante ola de inseguridad algunos grupos económicos que apuestan por el país puedan gozar de una merecidísima seguridad jurídica. La seguridad jurídica no es para todos porque lo que reina en Argteentina actualmente es la inseguridad. Hablamos hasta ahora de la inseguridad del hambre, de la inseguridad del analfabetismo, y de la inseguridad ambiental. Pero hasta el momento no hemos hablado de armas y en los noticieros y en los diarios, cuando se habla de inseguridad, se habla de gente armada.


Hablemos de gente armada que causa inseguridad.


La inseguridad del gatillo fácil: durante los primeros 25 años desde la llegada de la democracia hubo 2.560 personas asesinadas, víctimas de la inseguridad. Unas 100 personas por año. Poco más de la mitad de esas personad tenía menos de 25 años. Y dos tercios tenía menos de 25. Todas esas personas fueron víctimas de las armas y de la tortura de los delincuentes que integran las, valga la paradoja, “Fuerzas de Seguridad”.

Los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández fueron los que tuvieron las cifras más altas de víctimas de la inseguridad del denominado “gatillo fácil” y la tortura. Poco más de 1.000 muertos en 66 meses, según datos hasta el 30 de noviembre. Es decir, 16 por mes, una víctima cada 2 días. Todas estas cifras figuran en los archivos de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI).

En el último boletín de la CORREPI se informa sobre el caso de Maximiliano Alexis Rodríguez, un chico de 14 años muy pobre y adicto al paco que vivía en el Barrio San Ignacio, en la ciudad de Córdoba. El pobre Maximiliano, en medio de un delirio después de unas dosis de paco, se subió al techo de su casa. Los padres, angustiados, llamaron a la policía para que hiciera algo. Cuando la policía llegó, el Cabo Carlos Darío Argüello le disparó al pibe al esternón con balas antidisturbios, a menos de 1 metro de distancia.

Obviamente, Maximiliano murió al instante. La policía argumentó que el chico quiso agredirlos, pero el pibe estaba totalmente dado vuelta e indefenso. El juez le creyó a la policía y cerró la causa. Porque en el Argentina hay también una terrible inseguridad judicial. Pero, sobretodo, el caso de Maximiliano Rodríguez confirma que en la Argentina el problema de la inseguridad pasa por la droga.

La inseguridad de la droga: no voy a ser yo quien les revele el enorme problema de inseguridad que genera la droga. En primer lugar, la misma idea de “droga” genera inseguridad. Porque las drogas, por más blandas que sean, son ilegales. Entonces hoy, si te agarran con un porro, vas en cana, digan lo que digan la Corte y Aníbal Fernández[1]. Y ni hablar si te agarran con otro tipo de droga, un poco más dura.


En mi caso personal les cuento que soy naturalmente muy acelerado para tomar merca. Ni café tomo, porque un poco de cafeína me despabila demasiado. Sin embargo no toda la gente es como yo. Y si hay un consenso como para darle un estatus entre espiritual y místico a la marihuana, pido respeto para los consumidores de cocaína. Claro que, pobres, ellos sí que son víctimas de la inseguridad. Porque una cosa es una planta que, mal que mal, es bastante natural, por más prensado meado que sea. En cambio la merca sí que es insegura.

¿Alguien puede saber, a ciencia cierta, con que se corta la cocaína? ¿Y alguien puede tener certeza de cuando es pura? Lo mismo sucede con lo ácidos, con el éxtasis, o con tantas otras drogas químicas. En ese caso, el problema de la inseguridad es grave. Y, por supuesto, ni hablar del paco. ¿Desde cuando un residuo puede adquirir el estatus de droga? Es como llamar “comida” a los huesos del pollo después de haberlo usado para hacer un buen caldo.

Como les dije, no consumo drogas químicas, ni comida chatarra. Mucho menos paco. Entonces, como hablé ya demasiado de la inseguridad a la que están expuestos los demás (porque tampoco soy analfabeto, ni indigente, ni víctima del gatillo fácil) voy a hablar de mis propios problemas de inseguridad. Y más precisamente de mi inseguridad y mis drogas.

Lo admito, a veces fumo prensado. Por eso quiero denunciar la inseguridad que me produce el hecho de que el paraguayo venga cada vez con más semillas, más seco, y con más ramas. Una inseguridad que siento yo que y que también siente el papel de armar. Porque las ramas te hacen mierda cualquier papel, hasta el ombú más grueso. De modo que, si algún líder opositor, mediático, religioso, o todo eso junto está dispuesto a escuchar mi reclamo, soy capaz de agarra una vela, ir a Plaza de Mayo, y hasta escucharme un recital entero del coro Kennedy. Porque la inseguridad es un problema que me preocupa, y mucho.


Desnutridos, analfabetos, pobres, sequías, pestes, plagas, inundaciones, basura, fusilados, torturados, paco, merca mal cortada, porro berreta: tienen razón los noticieros, Susana Giménez, y Blumberg, en este país el problema más grave, por lejos, es el de la inseguridad.



[1] Este ensayo fue escrito antes de la resolución de la Corte Suprema de Justicia de la Nación del 25/08/2009, relacionada con la despenalización del consumo de marihuana.